ESCRITOS SIN FUTURO
El hombre como paradoja; el hombre como sujeto cognoscente, son los factores que configuran el decurso ético y estético de Martín Hopenhayn en estos aforismos, y por ende, el germen vivencial de la dialéctica de su libro "Escritos sin Futuro". El horizonte en que Hopenhayn cimenta su exégesis del conocimiento, reside en la sustancia de su pensar. Pensamiento que irrumpe como rasgo ontológico, el cual permite a su vez, que de la conjugación entre sujeto y objeto no emerja un valor axiomático, sino más bien, lo posible real en un infinito desconocido. Estos aforismos no representan una filosofía de lo puramente abstracto; diríase, que están mucho más cercanos a la noción de tangibilidad. De hecho, desde este universo filosófico del hombre y su circunstancia se produce el salto originario de lo mensurable a lo inmensurable. No hay una idealización del sentido óntico, pero sus ideas tampoco son meramente aporías descriptivas. Por consiguiente, el devenir ético y estético de estos escritos está regido fundamentalmente por un pathos místico. Tras reemprender el análisis de estos adagios podemos preguntarnos por su acepción más profunda. Al parecer, de aquí se desprende que el hombre no es mundo, más bien tiene mundo. La sentencia Socrática: "Conócete a ti mismo" surge en este texto como imperativo moral. Para Hopenhayn el hombre en cuanto espíritu en cuanto intelecto, sabe que su existencia no puede cuantificarse conceptualmente. En efecto, el concepto adquiere razón de ser según la tesis básica del existencialismo, porque es en el hombre (Anthopos) donde está su origen. No obstante, sólo como premisa filosófica esta definición puede alcanzar algún grado de validez, puesto, que el hombre nunca logra ser aprehendido en su totalidad. "Yo no soy lo que conozco, y yo no conozco lo que soy" nos dice Jaspers. Empero, ¿es Hopenhayn un heredero del nihilismo? Es obvio que no pretende una ruptura total con el mundo escatológico. A pesar de tener la misma pulsión interior de Nietzsche no usa el lenguaje como instrumento para destruir lo divino del hombre. Acaso, ¿insinúa redimir la metafísica? Por lo menos, en sus reflexiones el ´Nous´ Aristotélico, el ´Logos´ Cristiano y el ´Espíritu´ Hegeliano no constituyen la terminología que él busca asumir. En suma, su cavilar existencial se sitúa, ¿entre Sartre o Heidegger? Evidente es que no construye sus interrogantes desde el ´No-ser´. Es más, no es un representante de la ´la Heroicidad de la Nada´ como se denomina a estos filósofos. En el prologo de "Escritos sin Futuro", Hopenhayn escribe: "Sensación de que el escepticismo es lúcido pero obnubilante, y que la luz de la crítica acaba por incendiar todo lo que ilumina". Percibo el mismo grado de angustia y perplejidad cuando Kierkegaard denuncia: "Mi pensamiento principal fue que nosotros con el saber hemos olvidado el existir". Debemos consignar, que a pesar de su fuerza creadora Hopenhayn no posee el acento religioso de Kierkegaard. Este cúmulo de percepciones que Hopenhayn enuncia en su ´Prólogo´, nos introducen en el alucinante reino de su utopía interior. En realidad, estas intuiciones bien parecen submundos oníricos que encienden su vocablo. Su voz poética se transforma. Asume la forma de un elemento vital, ya no como un eco que agita el alma, sí como un fluir perenne que lo abarca todo, porque forma parte de un todo. Describo a continuación un trozo de un aforismo: "Sensación que somos de agua, y como tales nuestra combinación es fluir y derramarnos, salpicar y ser navegados, mojar y ser bebidos, ahogar y saciar la sed de los demás, transitar entre recipientes al acecho de una residencia que insiste en postergarse". Valoro: tal poder torrencial del agua presupone el caudal imaginativo del hombre para escudriñar en sus enigmas y silencios. Asevero: para alzar el vuelo lúcido; cual pájaro que ha desentrañado y roto las cadenas de "este tejido de inacabables madres", como así denomina Hopenhayn a sus sensaciones. Estructurado en siete partes, este libro nos va mostrando otros aforismos que por ejemplo llevan por nombre ´Escrito para una Política Individual´. Es manifiesto, que en el entorno de estas sentencias se perfilan los primeros matices que nos encauzan al mundo del filosofar. Sintetizo: "Sé tú mismo: ¿Significa que no puedo ser nada que no sea yo...? ¿Y después de tanta consistencia, qué sitio queda para ese otro que forzosamente soy?". En resumen, ¿cómo esclarecer este orbe subjetivo? Con todo, ¿no fue en vano el intento de Harry Hallers (El Lobo Estepareo de Hesse) por descifrar aquella dualidad intrínseca? Prosigue Hopenhayn en sus honduras reflexivas: "La belleza inventa siempre un transitar entre lo real y lo posible, entre el dolor y la eliminación del dolor. Este transitar no es percibido como tal, sino como un universo completo, más allá del cual no hay y dentro del cual la vida mantiene su mayor tensión" En rigor, a la verdad es tal la connotación de la palabra ´belleza´, que podría redactarse todo un tratado sobre este tema. En definitiva, a modo de encauzar la cuestión esbozada por el autor me abocaré a decir que no se asemeja con las interpretaciones ni de Platón ni de Plotino , en cambio sí con el sentir dionisíaco de Nietzsche. ´Escrito desde la Mala Conciencia´ conforma la tercera parte de este texto. Veamos: "La cruel sabiduría: sólo revela lo inaccesible". Como respuesta expongo la revelación de Mefistófeles a Fausto: "Yo soy una parte que en un principio lo era todo" (del Fausto de Goethe). Seguimos: "Pecado original: origen del camino de regreso (no hubo tiempo para el camino de ida, ni siquiera para saber que íbamos de ida), comienzo de una madeja que se enreda en el comienzo: por medio de un capricho divino el mal asume la forma de un bien, pero prohibido". Medito: ¿en qué albor de la eternidad el hombre poseyó el conocimiento?; y ¿para qué tal cognición?; ¿para qué torturar al hombre con la Serpiente?. Interrogantes todas que se desprenden del razonamiento de Hopenhayn. En la séptima división de estos postulados: ´Pos-Scriptum´ plasmo esta frase: "Volver al paraíso sólo para salir disparado de una vez más, pero con una fuerza inédita". Exclamo: ¿Con qué fin? ¿Para morder la Serpiente y ser libre del designio celestial? ¿Es Martín Hopenhayn Filósofo? A juzgar por sus aforismos tiene todo el temple. ¿Poeta quizá? Escribe en prosa; es profundo eso sí; y sus imágenes son herederas de una potencia singular. El adjetivo preciso: escritor. Entre tanto, el tiempo irá decantando su talento y su definitiva identidad.
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