11 agosto 2008
Mi primera guerra Gila
Aquí os dejo un monólogo menos conocido de mi admirado Gila, que lo disfruteis.Les voy a contar a ustedes por qué fui a la guerra. Yo trabajaba de ascensorista en unos almacenes, y un día, en lugar de apretar el botón del segundo piso, apreté el ombligo de una señora gorda, que era la mujer del gerente, y me despidieron. Me fui a mi casa y me senté en una silla que teníamos para cuando nos despedían, y vino mi tío Cecilio con un periódico que traía un anuncio que decía: "Para una guerra importante, se necesita soldado que mate deprisa". Y dijo, mi abuela: "Apúntate tú que eres despabilado". Y dijo mi hermana: "Pero habrá que comprarle un caballo", pero no lo vendían suelto, tenía que ser con carro y con basura, y dijo mi madre: "Vas a llenar la guerra de moscas, es mejor que la hagas a pie, pero limpio". Entonces mi madre me hizo una tortilla de escabeche y me preparó un termo con caldo y me fui a la guerra. Cuando llegué estaba cerrada, pero había en la puerta una señora que vendía bollos y torrijas, y le pregunté: "Señora, ¿es ésta la guerra del catorce?". Y me dijo: "No, ésta es la del veintiséis, la del catorce es más abajo". "Y sabe a qué hora abren?", pregunté otra vez. Y me dijo: "No creo que tarden mucho porque ya han tocado la trompeta". Entonces me senté en un banco, con un soldado que no mataba porque estaba de luto, y cuando abrieron la guerra entré, pregunté por el comandante y me dijeron que no estaba porque había ido a comprar tanques y albóndigas para el ejército, así que me esperé, y cuando llegó el comandante le dije: "Que vengo por lo del anuncio del periódico, para matar y atacar a la bayoneta y lo que haga falta". Y me preguntó: "Tú que tal matas?".Y dije: "Yo flojito, pero cuando me entrene voy a matar muy deprisa". Y me preguntó: "Traes cañón?". Dije:" yo creía que la herramienta la ponían ustedes". Y me dijo: " Es mejor que traiga cada uno el suyo, así el que rompe paga". Dije: "Yo lo que traigo es una bala que le sobró a mi abuelo de la guerra de las Filipinas. Está muy usada, pero lavándola un poco...". Y dijo el capitán: "Y cuando se te acabe la bala ¿qué?". Dije: "La ato con un hilo, disparo, tiro del hilo y me la traigo otra vez". Y dijo el comandante: " Y si se te rompe el hilo, pierdes el hilo y la bala". Y dije:"Lo que puedo hacer es disparar, ir a buscar la bala y traerla otra vez". Y dijo el teniente:"Es que no vamos a estar pidiéndole una tregua al enemigo cada vez que tengas que ir a buscar la bala. Además, esta bala es muy gorda para los fusiles nuestros". Y dijo el sargento, que era bajito por parte de padre: "Pero limándola un poco...". Y el teniente le llamó imbécil y le arrestó seis días de calabozo por tonto. Entonces me dieron un fusil y seis balas y me dijo el comandante: "Hale, ponte a matar! Aquí se mata de nueve a una y de cuatro a siete, y los sábados por la tarde hacemos semana inglesa". Y me fui a la trinchera, y estaba yo matando tan calentito, con mi tortilla de escabeche y mi fusil, y dijo el capitán:"Prepárate, que vas a ir de espía". Me pusieron una peluca rubia con tirabuzones, una minifalda, una blusita de seda natural, unos zapatos de tacón alto y me fui hasta el enemigo y dije: "Hola!". Y dijo el centinela enemigo:"Qué quieres?". Dije:"Soy Mari Pili". Y dijo:"Tú hace poco que trabajas de espía ¿no?". Dije: "desde hace dos horas". Y me dijo:"Te lo he notado en los pelos de las piernas, ¿Y qué quieres?". Dije:"Que me ha dicho mi comandante que nos deis el avión". (como nos llevábamos bien con el enemigo, con un avión nos arreglábamos todos: los martes, jueves y sábados lo usábamos nosotros y los lunes, miércoles y viernes lo usaba el enemigo, y los domingos se lo alquilábamos a una agencia de viajes, para cubrir gatos). Y me dijo que no me podía dar el avión porque le estaban poniendo un grifo para que fuera a propulsión de chorro. Volví a mi trinchera, le dije al comandante que no me habían querido dar el avión y dijo:"Déjalos, si arrieros somos, y en el camino nos encontraremos!!. Y ahora vas y les bombardeas a pie". Así que me pusieron una bomba debajo del brazo y llegué otra vez donde el enemigo, y me dijo el centinela: "Otra vez, Mari Pili? Y ahora qué quieres?". Dije:"Vengo a tirar la bomba". Y me dijo el comandante enemigo: "A ver si vas a dar a alguien, gracioso". Dije:"Yo soy un mandao, y obedezco órdenes". "Pues muy bien, si obedeces órdenes yo te ordeno que tires la bomba en un charco para que se moje y no explote". Y así lo hice. Tiré la bomba en un charco y no explotó y no maté a nadie. Y cuando volví a mis trincheras, dijo el coronel:" A buenas horas vienes!!". Dije: "Qué ha pasado?". Y dijo: "Que se ha terminado la guerra, que ha venido la policía y como no teníamos al día la licencia de armas se nos han llevado los tanques, los cañones y las ametralladoras". Entonces nos repartimos las albóndigas y las patatas y el perejil de Intendencia y nos fuimos cada uno a su casa y ya no maté a nadie.
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