El Indice nos lleva al Corazon, este viaja hacia la logia de la logica, dividada en capitulos y pone caza sobre la frase. La palma de la mano se cierra sobre si y satisfecha hace que nuestra boca pronuncie lo que el cerebro tenia intencion de comunicarnos: el libro no termina en la ultima pagina, el libro perdura a traves de los recuerdos que cada silaba, una minuscula activista, como bombas sentimentales, nos pone como si de un boton de armamento nuclear se tratase.
Hace tiempo que mis dedos desterraron la tinta del territorio de su piel, que cambiaron el olor a estanteria que tomaban los libros, acomodados a su placer y forma, por el cartucho laser de la modernidad. Hace tiempo que Gutemberg se me antoja, cada vez que pronuncio impresora, el ordenador por excelencia: y con una aspiracion sobre el minusculo teclado que formara una frase, me pregunto si no huele a este artesano.
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