Vivo en un permanente estado de...palabreria: la casa se llena de alfabetos raros, la propia lengua y la ajena, y no sobra el sentido, no sobra mas que la oralidad estupida sin sustancia de lo que la mente deja escapar por el aparato fonador. La biblioteca hace tiempo que la deje en otro caos, ya solo la memoria me recuerda los autores que formaban la madera de mi hogar. Hace tiempo que estoy intentando dejar esta casa, abandonar este minusculo apartamento: cada vez estoy mas cerca de lograrlo, de mudarme a otro, de no tener que mirar si tengo la llave para entrar y enfrentarme a este hogar. Se me acaban las letras, lo que para un filologo es lo mismo que faltarle cadaveres a un enterrador.
La ventana cada dia se parece mas a un bodegon, a una naturaleza muerta, como yo.