Un hombre, esclavo del juego, había pasado una vez más, toda la noche en un casino. Salió del lugar sin fuerzas...estaba a punto de amanecer. Cuando estuvo el cielo en la salida del sol, sus ojos comenzaron a soñar. En un jardín había un gran árbol. Decidió sentarse y hacer útil la sombra, el trabajo para el que estaba hecho aquella criatura. Tenía que reponerse y recuperar fuerzas antes de volver al casino. Cayó en un sueño y en otro y en otro. Durmió todo el día y toda la noche.
Había dormido exactamente 24 horas cuando despertó. Era el alba, y el sol estaba empezando a subir al cielo.
-¡Qué suerte! -exclamó contento- casi me duermo.