04 octubre 2008

un soneto José María VALVERDE

Entro en el aula, empiezo a hablar a un ciento

de caras mal despiertas: por un rato

sobre sus vidas, rígido, desato,

cumpliendo mi deber, el frío viento



del Ser y de la Nada, de la Idea

y la Cosa; la horrible perspectiva

del vértigo que se ha hecho inofensiva,

espectáculo gris, vieja tarea.



Si alguno, casi inquieto, se remueve,

los más sueñan, o apuntan, o hacen ruido.

Pero basta: es la hora ya. De nueve



a diez, vieron el Ser, ese aguafiestas;

prosigan su vivir interrumpido:

yo vuelvo a mi silencio sin respuestas.