No he podido retener el gozo que me produjo la madrugada de ayer.
No puedo librarme de la tristeza que me producen otras horas del día.
Aves de paso cruzan el cielo, en lucha contra el viento de otoño.
Yo lleno mi taza y miro a lo lejos.
Sueño con los grandes poetas que ya no existen,
recuerdo sus versos,
y pienso que yo también sería capaz de escribir poemas sublimes,
si pudiera volar por el cielo, entre las estrellas.
Aquí, en el mundo, las cosas no van según nuestro deseo.
Aunque siempre las horas del día, una después de otra,
nos ponen en la esperanza de una felicidad eterna.