18 abril 2007

TERRY PRATCHETT

La verdad es que hasta las colecciones grandes de libros normales distorsionan el espacio, como se puede comprobar fácilmente entrando en cualquier librería de viejo, de esas que parecen diseñadas por M. Escher en un día malo y tienen más escaleras que estanterías, con esas hileras de baldas que conducen a puertecitas diminutas, obviamente demasiado pequeñas para que pase un ser humano. Científicamente hablando, la ecuación es la siguiente: Conocimiento = poder = energía = materia = masa; una buena librería es, en realidad, un discreto agujero negro que sabe leer.
Las tres normas de los Bibliotecarios del Espaciotiempo son: 1) silencio; 2) devolver el libro en la fecha indicada; y 3) no interferir con la naturaleza de la causalidad.
Los libros distorsionan el espacio y el tiempo. Uno de los motivos de que los propietarios de esas tiendecitas de segunda mano que mencionamos antes parezcanun poco de otro mundo, es que muchos de ellos lo son:llegaron a éste tras perderse en sus librerías, en mundos donde lo más normal es llevar zapatillas de felpa y abrir la tienda sólo cuando te da la gana. Quien se aventuraen el Espacio-B, sabe que corre peligro.Pero los bibliotecarios más curtidos, una vez han demostrado ser dignos al llevar a cabo alguna valiente hazaña de bibliotecariedad, son aceptados en una orden secreta que les enseña las artes de la supervivencia más allá de las Estanterías Conocidas. El bibliotecario dominaba todas estas artes, pero lo que intentaba ahora no sólo haría que lo expulsaran de la Orden, sino, probablemente, también de la Vida.Todas las bibliotecas que existen están conectadas en el Espacio-B. Y el bibliotecario, guiándose por los signos tallados en los libros por exploradores del pasado, guiándose por el olfato, guiándose incluso por los susurros de sirena de la nostalgia, se dirigía a una muy concreta.
Por lo general, podía adelantarse a los acontecimientos sólo con vigilar a las inofensivas arañas que se arrastraban por el polvo. Cuando huían espantadas, era un buen momento para esconderse. En varias ocasiones tuvo que aplastarse contra los estantes como un diccionario gigantesco. Aguardaba con paciencia hasta que la manada de Criaturas pasaba de largo, devorando el contenido de libros selectos y dejando tras ellas montoncitos de delgados volúmenes de crítica literaria. Y había otras cosas, cosas que esquivaba a toda velocidad y trataba de no mirar…Por encima de todo, debía esquivar los tópicos.