09 noviembre 2003

Chicas escritoras

Que las mujeres hayan aprendido a dejar el plumero para coger la pluma es como la revolución industrial que sucedió cuando el hombre de la caverna pasó de comer yerbajos a zamparse un chuletón a la brasa. Salvo que hay mujeres, cuya escuela modernista mal leída, y de período romántico mal asimilado, cogen el bolígrafo como si se tratara de una aguja para hacer encaje de bolillos. No es este el caso de una tal EVA a la que leo asiduamente en la red. Su blog es tan fantástica como lo que escribe. Sólo hace falta que esta musa de la red sea la que aparece en la fotografía, para que yo aprenda a escribir como hacía el marqués de Valmont, como hacía en aquella película literaria que era "Las amistades peligrosas". Nunca un culo ni una espalda sirvió de mejor postura a lo literario. He ahí un gran tintero sobre cada nalga.