27 diciembre 2008

San Francisco 2009

Escucho a Otis Redding "(Sittin' On) The Dock of the Bay" donde hay que escucharlo: en San Francisco, en la Bahía de San Francisco. Unas pocas islas, Alcatraz, las Farallon, crean la ilusión moderna del náufrago del siglo XXI: el apartamiento voluntario de la urbe. El Golden Gate, como la cola de un dragón, desafía lo real y la Gravedad. Recorro Sausalito, paisaje de una novela negra de Chandler y llego al Chinatown de Polanski y Nicholson. Camino por el centro hippy de Kerouac y entro en la librería "City lights" de Ferlinguetti. Estoy en San Francisco. Escucho a los Jefferson Airplane, "don´t you want somebody to love", a The Mamas and the Papas y su "california dreaming", a Scott Mackenzie con su "San Franciso".
Cerca, el monstruo de Silicon Valley, destruye los mitos antiguos. Recuerdo el poema de Jaime Sanz:
"Alguna cosa ha de romperse bajo el secreto sol,
mientras la luz se retira del recinto que yo me
asigno.
Por qué tendrá que tener una fatalidad cada música
-una voz, una forma, un deslumbramiento-.
Cuestiones importantes y graves, rara vez no ve
uno derrumbarse las cosas-
y eso que no debería de fenecer lo que nace
de por sí.
Pero no se puede reformar el mundo.
Es negocio
de ponerse a llorar, o hacer no sé qué".