24 enero 2007

ARDOR GUERRERO de A. M. Molina

“Era demasiado inteligente como para embalsamarse en el comunismo extraviado y fósil de los años ochenta, en las devociones rancias y los anacronismos empecinados y patéticos de una progresía residual cuyos últimos adeptos aún deambulaban por ciertas calles y bares como fantasmas tristes o fugitivos de una reserva india. Pero también era honesto y tenía un sentido demasiado alto de la dignidad humana y de la justicia como para convertirse en un político profesional...
Jamás había frecuentado a los universitarios de la compañía, hacia los que manifestaba una hostilidad ecuánime, más o menos idéntica a la que sentía hacia cualquiera que hiciese gala de un simulacro de superioridad intelectual: reírse de las jergas vacuas de los literatos, de su descarado clasismo, de su gravedad impostada y ridícula, era una de las aficiones permanentes de mi amigo Pepe, que de vez en cuando me incluía a mí también entre los destinatarios de sus burlas:
-No sé cómo os las arregláis, pero siempre se os abre el periódico por las páginas culturales...
Es muy posible que sin el sarcasmo permanente de Pepe Rifón yo no hubiera aprendido a desprenderme de la infección de intelectualismo que padecía. Le debo un instinto de irreverencia hacia las sacralidades culturales, una conciencia irónica del influjo tan débil que pueden tener el arte y los libros sobre la realidad, que es del todo soberana y ajena a ellos y tiende a no notar que existen, a despecho de las hipertrofiadas vanidades de los artistas y los literatos.
De pronto comprendía con más asombro que remordimiento que en mi reclusión habitual en mí mismo había no sólo timidez y predisposición hacia la soledad, sino también una dosis inadvertida de soberbia, una falta de atención desdeñosa e inepta hacia el mundo real y las personas que me rodeaban.”

-Si no fuera duro no podría estar vivo. Si no fuera tierno no merecería estarlo.
Raymond Chandler: Playback

23 enero 2007

UN DIA CUALQUIERA

El prospecto de Trankimazin estaba agobiado: el tipo que le describio en sus intrucciones de uso le confundio. Aquel dia la lampara de la mesita de noche se nego a encenderse porque pensaba en las estrellas. El globo terraqueo se habia enquistado sobre su eje y no habia forma de recorrer el mundo: la unica direccion era la de mi casa.
Un ejercicio de matematicas no queria resolverse sin antes visitar el campus de la universidad, el aire libre.
Las frases de los libros eran horizontales barrotes de una prision de maxima seguridad de intelecto.
Me senti como un astronauta: lejano, sin lengua.

17 enero 2007

ARDOR GUERRERO de M.Molina

“También sonaba en los altavoces “Soldadito español”, y a mí, por culpa del hambre que tenía, o de las semanas de tormento y de soledad, o porque me acordaba de haber oído esa canción en la radio cuando era pequeño, me entraba una cierta congoja en el pecho, como un deseo inaplazable de rendición sentimental.
Algunos padres y familiares particularmente patrióticos adelantaban el cuerpo sobre las tribunas hacia los soldados que pasaban y aplaudían como en un palco taurino. La vehemencia roja y amarilla de las banderas y de las arengas tenía un sabor hiriente de fiesta nacional, de un rojo y un amarillo excesivo, com un guiso con demasiado pimentón y demasiado colorante. Era la retórica del africanismo, la retórica corrupta, incompetente, chulesca y beoda del ejército de África en los años 20; era la brutalidad exhibicionista de la legión inventada por Millán Astray, con su mezcla de mutilaciones heroicas y sífilis, y al mismo tiempo la brutalidad fría, casta, y católica, de la legión mandada por el general Franco en Asturias en 1934, la misma capacidad de odio combinada con un lirismo polvoriento y tardío de teatro romántico y una catolicidad intransigente, gallinácea, de mesa camilla y santo rosario.
El punto máximo de aquella retórica era la eliminación de toda palabra articulada: se propendía, en las arengas, al grito afónico, y en las órdenes, al ladrido y a la onomatopeya. En las tribunas, a varios grados bajo cero, los elementos más fachas del público adelantaban el cuerpo para aplaudir. Eran los fascistas biológicos, los excombatientes coriáceos, los taxistas de patillas largas y canosas, camisas remangadas y brazos nervudos con tatuajes legionarios que mordían el filtro de un ducados o de uno de esos puros que vendían entonces provistos ya de una boquilla de plástico blanco...Rugía en las tribunas y en los altavoces un patriotismo de coñac, una bestialidad española taurina y futbolística..."

01 enero 2007

TORTILLA FLAT, de John Steinbeck

"Esta es la historia de Danny y de los amigos de Danny y de la casa de Danny. Es la historia de como estos tres elementos se convirtieron en uno, de manera que si en Tortilla Flat se habla de la casa de Danny, no se refiere uno a la estructura de madera cubierta de un viejo encalado y desconchado, donde sobresale un antiguo rosal de Castilla sin podar. No, cuando se habla de la casa de Danny se entiende que uno se refiere a una unidad cuyas partes son hombres que irradian dulzura y alegria, filantropia y, a la postre, una tristeza mistica."

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"Tortilla Flat", sublime, solitaria.
Mi casa, es la casa de Danny.