El hombre muestra bragas y vaginas
de sitios donde nunca ve las nubes:
el sol o el aire nunca en estos clubes
de penes convertidos en letrinas,
entra. Toma paredes y aspirinas
la noche. Por las escaleras subes
y de la silicona a los querubes
eyacula en mujeres clandestinas,
igual que un viejo toma el pasamanos
y olvida el ascensor adolescente
que fuera su constante juventud.
El vive por los dedos de sus manos
las calles donde se hizo tanta gente,
las sabanas sin nombre ni salud.