28 diciembre 2003

ESCRITORES DEL PASADO, ESCRITORES DEL FUTURO

Cuando H.G.Wells se crea para si el cacharro con el que puede viajar en el tiempo, para su gloria literaria, del pasado al futuro y viceversa, se posiciona al lado de los iluminados hombres de experimental encefalica escritura, cuyo vaticinio se pone al lado de Jules Verne y que anticipase, como Luciano de Samosata en unos de sus relatos donde describe una especie de "televisor", cosas que el hombre no ha visto y que ni siquiera ha imaginado. (Luego "Jolivud" pone carton y regala un "Viaje al centro de la tierra", con un James Mason victoriano y un nucleo terrestre tan sicodelico como las luces de una discoteca de los setenta).
Orwell, 1984, a traves de "El clan del oso cavernario", Blade Runner", "Gargantua y Pantagruel", "Los viajes de Gulliver"...cada cuartilla de un libro puede significar el futuro o una constante vuelta al pasado, un viaje, que es cada linea, cada palabra, cada capitulo: el lector tiene en sus manos "la verdadera maquina del tiempo", que hubiera dicho Wells.

SANGRE, VAMPIROS, LITERATURA, MACHISMO

Si el vampiro puede morder, hipnotizar las vaginas (nunca vi un vampiro gay, a-no ser que se acuda al porno), comportarse como un macho rey de los hunos, rendir la "romantica" y pervertida voluntad del sexo "debil" (hablamos no de Nosferatu, cabeza entre cebolla y ajo, sino del obseso de Stoker y su cinematografica y sexy caratula o mascara engominada), la literatura se vuelve genital falo.
Hay que remontarse a las cavernas para que la literatura de baston y mando pase por encima del bucolico y languido Garcilaso ("por vos he de morir y por vos muero"). Aqui, el vampiro quiere su sangre, su racion y con eso, la tuya. (Ya se sabe que el semen no es otra cosa que el vicio que nos riega el corazon, el cerebro y la corteza). Sangre, pues con sangre -como decian los dramaturgos barrocos- se lava la honra.