Díselo Carmen Romero,
dile que estamos aquí,
que él parece estar allí
y es aquí donde lo espero;
dile que ningún obrero
entiende que un presidente
mande guardias a su gente
en vez de mandar trabajo,
dile que va cuesta abajo
frente a la cuesta de Enero,
díselo, Carmen Romero.
Dile que están encendidos
los faros de un pueblo oscuro,
dile que mire al futuro,
no a los Estados Unidos;
dile que estamos perdidos
en medio del capital,
que una rosa sin rosal
naufraga en las oficinas,
dile que por las esquinas
anda el sueño prisionero,
díselo, Carmen Romero.
Díle tú, Primera Dama,
cuando hagas su equipaje,
que a veces también viaje
por los campos de Ketama
y dile, cuando la cama
anula la presidencia
y el amor dicta sentencia
contra todos los misiles,
que aún florecen a miles
banderas del sueño obrero,
díselo Carmen Romero.